sábado, 31 de enero de 2015

Mi primera Sabina

Mucha gente me preguntaba porqué no tenía un perro, un gato o un hamster, es decir algún ser vivo en mi casa, supongo que sentían mi hogar un poco deshabitado.

La respuesta siempre era la misma.  Yo creo que quien se compromete a cuidar de un ser vivo debe hacerlo de manera responsable, y para ser honesta mis pobres plantas sufrían cada vez que yo salía de viaje.  A veces mi hermana o mi madre las regaban, ella también me enseñó un método para dejarles una botella de agua enterrada en la tierra, de manera que el agua se iba absorbiendo a medida que la tierra se secaba.  Las matas siempre morían: por falta de agua, por exceso de agua, por gusanos...

En fin, si no era capaz de cuidar mis matas ¿cómo podía estar capacitada para cuidar de un ser vivo que requería más que agua dos veces al mes?

La verdad, no recuerdo muy bien cómo ocurrió.  Visité a mi mejor amiga de la infancia, quien ya había tenido un gato llamado Pollux y ahora tenía a la pequeña Marla, y me contó la historia de una gatita que su esposo se había encontrado en la calle, maullando desesperadamente tal vez por miedo y  hambre. Tendría algo así como dos meses y me convenció de quedarme con ella.  Esa fue mi primera Sabina...

Se veía que era una gatica de casa, por lo que mi amiga Sandra había puesto fotos en redes sociales y había recorrido el vecindario buscando alguien que hubiera reportado una gata perdida, pero nadie respondió.  Ya con Marla era suficiente, así que la gatita se quedó unos días en su casa, pero era muy dificil tenerla, no sólo porque con Marla ya era suiciente, sino que tenía un bebé de pocos meses, que requería toda su atención, y bueno, con un gato extraño nunca se sabe, así que la gatica se quedó temporalmente en una veterinaria.

Allí conocí a Sabina.  Una gata mestiza, anaranjada con patas blancas, con quien no me llevé bien al comienzo.  Obvio se notaba mi miedo, creo que nunca había tocado un gato en mi vida.  Mi amiga y su esposo me acompañaron a comprar el kit básico: arenera, gimnasio con rascador, comida para gatitos, cuenco para el agua y un juguetito.  La veterinaria responsablemente me recomendó bajar de internet algún manual sobre los gatos, y debo decir que pueden ser muy útiles para alguien que como yo, no tenía ningún tipo de acercamiento con el mundo felino.

¿Por qué Sabina? fue un nombre que escogimos con mi novio.  Es uno de los personajes de "La insorportable levedad del ser" de Milan Kundera y uno de mis cantantes favoritos, así que le quedaba perfecto, y así se quedó.  Por supuesto ella se acomodó más rápido a mi casa, que yo a ella, pero pronto la relación empezó a fluir.  Seguro Sabina ya había tenido una caja de arena, ya que solo fue enseñarle donde quedaba para que la hiciera suya rápidamente y también se apropió de inmediato de mi silla hamaca, de mi cama, y de su gimnasio.  

Para quienes tienen esa primera experiencia los consejos básicos son:  la arenera lejos de la comida, arena aglomerante que encapsula olores y si son gatos menores de un año comida para mininos.   Sobre el afecto? todos los gatitos son diferentes, Sabina era muy cariñosa, le encantaba sentarse en mis piernas mientras trabajaba, limpiarme las manos con su lengua y lamerme las orejas para despertarme.

Sabina me estaba domesticando...