sábado, 28 de febrero de 2015

El compañero de Sabina

Los espíritus sensibles se habrán preguntado si un gato sufre encerrado en un apartamento.  Bueno, lo que he averiguado es que no, un gato que tiene la posibilidad de salir y cazar por su cuenta está bien, pero el gato que se acostumbra a vivir en un ambiente cerrado también es feliz.  Por supuesto, lo que queremos es nuestro amigo felino se sienta bien y en casa.  Bueno, esto último no es tan dificil, al final te das cuenta que es cierto que ellos se sienten dueños de la casa y te lo hacen saber cada vez que pueden.

Entonces, lo importante es que tengan su comida, agua limpia todos los días, su caja de arena limpia (sino también te lo harán saber haciendo sus necesidades en otro lugar), y la posibilidad de jugar.  Una de las opciones es que tu gato o gata tenga un compañero de juegos, en mi caso, como Sabina llegó sola, me di a la tarea de conseguirle un hermanito.  La verdad, no fue para nada dificil, hay demasiados gatos abandonados o en busca de hogar, por ello, la esterilización de los mininos es la opción más responsable. 

Bueno, volviendo al punto, de una camada de cuatro escogimos a Kafka porque era singular; además de verse muy vivaz tenía una manchita en su cara que le hacía verse diferente del resto de sus hermanitos y le daba un aspecto muy tierno.  Por supuesto, tuvimos que esperar dos meses y medio, lo mejor es que los gatitos estén de dos a tres meses con su madre y hermanos.  Además de que mamá gata les da las defensas y nutrientes necesarios para enfrentarse al mundo, también las enseñanzas básicas de las habilidades de caza, uso del arenero y búsqueda de comida.



¿Cómo introducir un nuevo gato a la casa? hay un montón de páginas internet que dan muchos consejos útiles, yo seguí algunos y por supuesto sirvió.  La inmersión en el nuevo ambiente es lenta y requiere que ambos se den su tiempo para acostumbrarse, recordemos que los gatos son absolutamente territoriales.

La primera semana Kafka estuvo separado de Sabina por una puerta, cada quien tenía su arenera y comida.  Apenas podían olerse y sentirse, se tocaban las paticas por debajo de la puerta y no faltaba uno que otro bufido de advertencia.  Esa semana Sabina estuvo vomitando en reacción a la llegada del extraño y por supuesto pensé en desistir de la idea, pero no adoptas un animal, para luego decir, no gracias.  Así que de nuevo, mucha paciencia.

Después se acercaban por horas cuando podía tenerlos bajo mi mirada y así se fueron conociendo, es decir se fueron persiguiendo, peleando un poco y al final soportando cada vez más.  Varios amigos me comentaron que es normal, al comienzo parece que no se pudieran ni ver, y al final cuando entre ellos establecen sus propias reglas, terminan siendo compañeros inseparables.  Uno de los consejos que más sirvió es establecer jerarquías, así que en caso de paté o golosinas, la primera era Sabina, y luego Kafka, mi hermana muy paciente esperaba a que la primera comiera mientras la consentía, y luego le servía al recién llegado.


La pequeña Sabina fue la primera en ceder, un día empezó a lamer y acicalar a Kafka, como a las dos semanas, el hizo lo mismo con ella, y desde entonces como lo habían predicho los blogs expertos y los amigos, se entendieron muy bien.  Con comportamientos totalmente diferentes, Kafka un huracán, saltarín y dominante a la hora de jugar, y la pequeña Sabina muy tranquila, maternal y ágil a la hora de llegar a los lugares más altos de la casa.













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